Daniel Samper Ospina desmonta la carpa de ‘Circombia’ y anuncia nueva obra sobre Petro; conozca los detalles

Después de su exitoso paso por la capital vallecaucana con su obra Circombia, que según él, llega a su fin, luego más de 150 funciones agotadas, lo cual “es curioso y excepcional en este mundo”, Daniel Samper Ospina, se propone desmontar la carpa y continuar con una nueva obra de humor político.

¿Cómo ha sido la experiencia con su obra Circombia y por qué la termina?

La lancé hace tres años y ha contado con mucho más éxito del que supuse. Es la historia de un país en el que todo es un circo, en un formato muy periodístico en el cual voy proyectando fotografías, videos y demás imágenes reales de la vida nacional, para demostrar que no importa quién haya estado en el poder, Colombia se parece a un circo. La hora empieza contando el gobierno de Álvaro Uribe, sigue con el de Santos, continúa con el de Duque y remata con el de Petro, hace una síntesis humorística de la historia del Siglo XXI en el país.

La termino porque, cada vez, me ocupaba más espacio contar el gobierno de Gustavo Petro, por lo que desmontaré la carpa de este circo y comenzaré a preparar la siguiente obra para contar, con más detenimiento, lo que ha pasado con este mandato. Espero en unos meses lanzar el Petroverso, la obra de Gustavo Petro contada con humor.

¿Cuál es el valor del sentido del humor en un país tan polarizado como Colombia?

El humor actúa de muchísimas maneras, para afrontar realidades tan espesas como la nuestra. Por un lado, sirve de amortiguador, como una forma de resistir la realidad, de reírse de ella y hacerla digerible. Sirve para demostrar los excesos de ese poder; a nada le teme tanto un gobernante poderoso como al humor, porque humaniza a los políticos, demuestra que son personajes de los que uno se puede reír, tan humanos y débiles como uno. Por eso mientras más autocráticos son los políticos, más le temen al humor. Y por otro lado, es una forma de recordar. Uno de los grandes poderes de Circombia es que ayuda a que uno haga memoria a través del humor.

La obra dice muchas cosas en serio, porque la seriedad no es el opuesto al humor, el opuesto quizás sea lo solemne, lo aburrido, pero a través del humor se pueden decir muchas cosas serias. Esta obra las dice, la gran garantía es que uno todo el tiempo se va a reír.

En una Feria del Libro de Bogotá, en la que hubo furor por los youtubers, empezó con su canal, ¿cómo ha evolucionando esa imagen que tenía de esas figuras de redes sociales?

Las redes sociales han cobrado una importancia que va más allá de mover una imagen personal y han generado bastante peso a nivel político. Hace ocho años encontré esta fórmula para poderme traducir al formato digital. Luego de varias décadas en el periodismo tradicional o analógico, era para odiar a los youtuber, pero entendí su valor: llegar a las audiencias a través de los nuevos formatos digitales.

Sabía que si no daba el paso a mi conversión digital, me iba a pasar lo mismo que a los dinosaurios, me iba a extinguir. Y vi una oportunidad de parodiar a los youtuber, tan dedicados que llenaron la Feria del Libro, como no lo había hecho nunca un escritor, y se me ocurrió hacer la parodia en la cual yo iba a ser un youtuber con los retos de ellos y sus tendencias digitales, pero para conversar asuntos concernientes a mi edad, a tener 40 años, con temas como el examen de la próstata y cosas semejantes.

Creo que acerté en ese momento, muchos colegas que no encontraron la manera de hacerlo, han visto como todos los formatos de la prensa tradicional se han ido reduciendo, asfixiando, extinguiendo, terminando y en cambio, haberme convertido al formato digital y ser casi que uno de los pioneros en haberlo hecho, respecto a personas de mi edad, me ha permitido tener una audiencia digital de la que hoy prácticamente vivo.

Mi formato más importante para hacer periodismo es un noticiero que publico en mi canal de YouTube todos los jueves: El Noti Dani, y la obra Circombia, y todas las que he hecho son extensiones complementarias presenciales de ese canal digital.

¿Qué importancia le ve a estos formatos digitales, ante la crisis de los medios, no solo de lectores, también de credibilidad?

Lo importante es la defensa del periodismo, más allá del formato, sea tradicional o digital. Cada vez hay más necesidad de hacer mejor periodismo en las redes sociales que están muy contaminadas por influenciadores con intereses políticos, que disfrazan sus contenidos de periodismo cuando en realidad, son propaganda.

En la medida en que las audiencias se vayan a los formatos digitales, es más importante que los periodistas lo hagamos, para que podamos hacer periodismo crítico distante del poder, no importa quién lo ocupe, satírico en algunos casos como el mío, con el que podamos hacer un equilibrio, un contrapeso, para que el estado de derecho y la democracia sean más saludables.

¿Ha pensado hacer un ejercicio de autocrítica del periodismo tradicional en este país, de cómo lidia con las ideologías y con la polarización?

Sí. Hay que hacer permanentes ejercicios de autocrítica, que le confieran a uno más autoridad para criticar a los demás. El formato digital permite hacer mejores y más constantes autocríticas. En mi caso, he tratado de hacerla, desde el Roast Yourself, la canción que uno hace con las críticas que le lanzan, hasta otro tipo de formatos en los que procuro burlarme de mí mismo. La autocrítica es un pilar fundamental para que uno edificar un proyecto editorial sólido.

¿Cómo evita que el humor se convierta en cinismo?

Es difícil. ¿Cómo hacer que el humor sea una herramienta de denuncia, a favor del asombro, de abrir los ojos de la sociedad y no de dormirla o anestesiarla, no de hacerle creer que los exabruptos que padecemos son normales? Es una muy buena pregunta. No sabría responderla, tampoco creo que haya un manual. El humor debe ser una forma de quitar las vendas de los ojos, no de ponerlas.

¿Cree que los colombianos sí entienden la ironía?

Yo hablo a un público inteligente, al que respeto, que la comprende. Jamás haría cosas que no estuvieran a la altura de un público que no se deja fanatizar por ningún político, sea de derecha o de izquierda, que está dispuesto a mirar la realidad con la desconfianza que produce el humor, un poco a contrapelo.

Con mira a las campañas a la presidencia del 2026, ¿cómo abona terreno para hacer la sátira o humor en esta coyuntura?

No, pues muy fácil porque los candidatos ofrecen cada vez más material y las redes sociales han permitido que produzcan, como hemorragias, un material involuntariamente cómico casi en todos los casos. Muchos creen que sus mensajes pueden llegar a audiencias más jóvenes o viajar más lejos, en la medida en que se sometan a ejercicios que pueden ser ridículos, en la medida en que hagan bailes o tendencias de moda, al final hacen el ridículo y yo vivo del ridículo que hacen los políticos. Todo eso ha favorecido muchísimo mi obra, como el gobierno de Gustavo Petro. Sé que ha despertado muchas críticas, pero los humoristas debemos estar agradecidos con él porque nos ha ofrecido muchísimo material, para que nos riamos de todo aquello que nos hace llorar.

¿En qué consiste qué los políticos sean tan ridículos?

No lo sé, pero en tiempos digitales, algunos asesores los inducen a que caigan en el error en que mientras más ridículos, más lejos llega su mensaje. Las redes sociales están llenas de Vicky Dávila cantando, de Claudia López bailando, de todo lo que alcanzamos a ver en un parpadeo, en Twitter o cualquier red.

¿Para usted, el humor tiene algún tipo de límites?

El límite del humor es que el humorista se queme con el voltaje de su propio chiste, siendo ofensivo para la audiencia más que para el blanco al cual estaba dirigido. El mismo chiste que divierte a una audiencia, puede herir las susceptibilidades de otra. Pero estoy en desacuerdo con las voces que buscan redactar el manual de lo permitido en el humor, las que sueñan con que haya un código sobre qué se permite y qué no, el humor debe ser libre y no tener cortapisa, cada humorista debe ir encontrando sus propios límites.

¿Cómo evita que el humor se convierta en cinismo?

No creo que haya un manual. El humor debe ser una forma de quitar las vendas de los ojos, no de ponerlas.

¿Cómo maneja lo de la sátira para no pasar al insulto?

La crítica inteligente no se hace desde el insulto, sino desde la ironía, desde la falsa celebración de una supuesta virtud de la que ese gobernante carece.

¿De los presidentes, cuál ha sido el más complejo y el que más le ha aportado?

El mensaje de la obra es que no hay que pelear por políticos, que los políticos nos pasan, pero las personas quedamos, es una tontería dividir familias, fracturar amistades por culpa de ellos, que no tienen principios sino intereses y el día que necesiten arreglarse lo harán sin problema, mientras uno hereda el odio que le inocularon. Hay que vacunarse contra eso, no ser militante a rabiar de ningún político, mirarlos con desconfianza. Uno debe defender causas, no políticos, porque muchas veces estos traicionan las causas que uno debe seguir defendiendo. Todos me han dado buen material, pero con Duque vivía muy agradecido porque gracias a él pude pagar la ortodoncia de mis hijas, y gracias a Gustavo Petro, estoy pagando la universidad de ellas, él siempre sale en mi rescate con algún disparate.

¿Con qué presidente ha tenido menos censura?

Con todos he tenido problemas, con el que menos es con Santos. Duque puso a que la SIP me tratara de castigar por un juego de mesa que saqué en sátira. Los más agresivos han sido Petro y Uribe, cuando a raíz de una columna mía Uribe me llamó “violador de niños”, Petro se ha metido conmigo varias veces, incluso en el primer consejo de ministros, el petrismo ha hecho campañas de desprestigio y calumnias en mi contra.

Viendo el panorama de los precandidatos a la presidencia, ¿cómo armaría usted el circo?

Hemos visto muchos contorsionistas, que antes militaban en un partido y ahora en otro, hacen todo tipo de maromas, se cuelgan de trapecios y dan todo tipo de volantines. Ya veremos cuáles se caen. En todas las elecciones habrá elefantes que muchos traten de no ver, payasos, hombres bala —siempre habrá un candidato que pida más bala para todos—. Todos harán una función de la cual el mayor beneficiado voy a ser yo.